jueves, 25 de noviembre de 2010

Dos días en la selva, Chiang Mai, Tailandia

Nos levantamos muy entusiasmados porque haríamos una linda excursión a la selva. Ya los dos nos sentíamos realmente bien, así que desayunamos unas croissants que compramos en una panadería y nos servimos café en el hotel para luego partir. Nos pasaron a buscar alrededor de las 9.30 y ya había una pareja en la combi. De nuestro hotel pasamos por otros hoteles más para buscar más gente y luego encaramos para el área de Mae Taeng, que se encuentra al norte de la ciudad de Chiang Mai. La zona forma parte de un parque nacional.
Ah, en total éramos nueve, pero no todos habíamos contratado el mismo servicio. Algunos sólo trekking por dos días, otros por tres y otros, como nosotros, dos días pero con un mix de divertimentos, entre los cuales se destacaba un paseo en elefante por la selva, trekking y dos tipos de rafting, el tradicional y el de bamboo. Además, nosotros habíamos pagado unos u$s 10 más por persona para pasar por una aldea donde se encuentran las mujeres con cuello de jirafa, que yo tenía ganas de ver.
Después de una hora de viaje, llegamos a la aldea de estas mujeres y ahí nos bajamos nosotros. El resto nos esperó en una casa que tienen los de Panda Tour (la agencia) para darle de almorzar a la gente. Fuimos a recorrer la aldea y la verdad es que, tal como nos habían anticipado, fue un poco shokeante; pero no me arrepiento de haber ido. Es interesante ver cómo esas mujeres llevan, desde los seis años, un cuello de anillos que van engrosando cada dos años. Habría como 10 familias; en realidad, sólo vimos a las mujeres, quienes tejen con unos telares unas bufanditas muy lindas, junto a sus hijos o hermanos menores. Los hombres trabajan en el campo.


Lo que nos skokeó es que están encerradas en ese lugar, ya que el gobierno tailandés las trajo desde Birmania para el turismo. De los 300 thb que cobran, sólo 50 van para ellas. El resto se lo queda el gobierno. Como en su país son maltratados por ser diferentes, muchas se bancan el aislamiento porque en Tailandia están mejor.
Estuvimos allí una media hora, charlamos con algunas de ellas, guía mediante, y hasta me probé uno de sus collares. El peso que tienen es impresionante. No sé cómo hacen para llevarlo. Según nos dijeron, esos collares son signo de belleza, al igual que las tribus de orejas largas (se ponen aros pesados para que se alarguen), que es símbolo de larga vida. También vimos algunos mujeres de estas tribus allí.



Luego de este agradable pero a la vez indignante paseo, nos llevó el guía hasta donde estaba el grupo, donde almorzamos unos ricos fideos salteados con verduras y luego emprendimos la larga caminata de cuatro horas que nos mató!!!!
El trekking estuvo muy bueno, fue duro, pero muy bueno, muy rústico. No vimos muchos animales; sólo algunas arañas, pero era pura selva!! Y luego de subir bastante, llegamos a unos pequeños valles donde viven familias que tienen sus propias quintas con producción.
Alrededor de las 17 llegamos a una pequeña aldea donde la agencia tiene armada una cabaña de bamboo para que los turistas puedan dormir. Tenía colchones tirados en el suelo, sobre el piso de caña y cada colchón tenía su propia red para los mosquitos. Un poco duro el piso, pero pudimos dormir bien por suerte. Una paz increíble ese lugar.



Pero antes de dormir nos fuimos a bañar a una pequeña catarata que había cerca, donde MAti se pegó un porrazo tremendo. Queríamos refrescarnos después de tanto ajetreo. Luego de eso esperamos hasta que los guías cocinen, cenamos y yo me fui tempranito a dormir. Mati se quedó charlando con la gente un rato más y presenció una pelea entre dos tipos de la aldea, a raíz de la cual uno de ellos sacó un hacha!!!! Se pegaron un cagazo terrible porque gritaban y no sabían qué podía pasar. Pero todos salieron ilesos, por suerte.
Al otro día, nos levantamos tipo 7 porque a las 8 teníamos el paseo en elefante. Sólo nos levantamos tempranito los que habíamos contratado eso; el resto se quedó durmiendo hasta que volvimos. De los nueve, fuimos seis. Estuvo muy bueno. Dimos una vuelta de una hora, a paso muy lento porque los animales además de que caminan a dos por hora, se paraban en cada planta a comer, jajjaja. Pero el guía nos llevó por lugares copados, cruzamos algunos riachos con el elefante y hasta nos trepamos a la cabeza del animal. Nos turnanos. Mientras uno iba en la cabeza, el otro en el banco que le ponen en el lomo. Porque teníamos un elefante cada dos.




Luego de este agradable paseo, volvimos a la cabaña, desayunamos con el resto y de nuevo a caminar! Ya nos queríamos saber más nada con el tuerto, pero no nos quedaba otra! Jajajaj Menos estado que nosotros… Caminamos como dos horas o un poco menos y llegamos a una cascada muy linda donde nos pudimos tirar y bañarnos. El agua estaba un poco fría, pero nos refrescamos mucho. Después siguió el trekking un rato más y llegamos a otro lugar donde nos dieron de almorzar (un rico arroz salteado). Desde allí, los que habíamos contratado el rafting nos fuimos en una camioneta hasta el lugar desde donde salían los botes (una hora aprox).





Nos unieron con otro grupo y nos fuimos hacia allí. Primero hicimos el rafting tradicional, que estuvo muy bueno porque pasamos por varios rápidos copados. Es más, en una una japonesa que venía en el bote de atrás se cayó justo en uno de los rápidos más jodidos y se pegó la cabeza con una piedra. Si no tenía el casco, se mataba. Yo me pegué un cagazo!
Después de esto, llegamos hasta un lugar donde estaban las balsas de bambú. Nos subieron a nueve en una e íbamos medio hundidos. Estuvo bueno navegar en lo que ellos usaban, es decir, ver cómo flotan esas cañas, pero no pasamos ni un rápido y fue super cortito. La verdad, el rafting bamboo deja bastante que desear. Quizá si lo hubiesen puesto al principio, habría estado mejor. En fin, la excursión en general estuvo muyyy buena. Super recomendable. Gracias a Panda Tour!
Volvimos a Chiang Mai tipo 17, pero llegamos alrededor de las 19 al hotel. Allí habíamos dejado las mochilas porque teníamos el vuelo a Bangkok 22.30, así que las agarramos, nos prestaron un baño de servicio para ducharnos y nos fuimos al aeropuerto. Cenamos en Burger King (sí, aunque no lo crean, después de la descompostura de mati en Mc Donalds, pero no había otra cosa y el hambre mataba!) y nos subimos al avión. Nos esperaba el caos de la gran capital de Tailandia.

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